
Descubriendo el misterioso Glaciar Thwaites en la Antártida
El Glaciar Thwaites, ubicado en la Antártida, es un impresionante cuerpo de hielo. Su desembocadura se encuentra a unos 30 kilómetros al este del Monte Murphy, en la tierra de Marie Byrd, y desemboca en el Mar de Amundsen. Este imponente glaciar se encuentra en una zona de la Antártida que no pertenece a ningún país en particular.
Alerta por posible tsunami terrestre que amenaza a más de millones de personas
¡Atención! Nuevos hallazgos científicos alertan sobre el derretimiento acelerado del "glaciar del fin del mundo" en la Antártida. Apodado así por su potencial de causar un catastrófico aumento en el nivel del mar, el glaciar Thwaites está experimentando un inesperado colapso, según una reciente investigación.
Situado en la Antártida Occidental y del tamaño aproximado de Florida, este gigante de hielo se mantiene en su lugar gracias a una plataforma de hielo que sobresale sobre el océano. Esta actúa como un tapón, manteniendo el glaciar en la tierra y previniendo un alarmante incremento en el nivel del mar.
En dos estudios recién publicados en la prestigiosa revista Nature, los investigadores advierten que aunque el ritmo de deshielo en la mayoría de la plataforma de hielo es más lento de lo previamente estimado, ciertas grietas profundas y formaciones escalonadas en el hielo están derritiéndose a una velocidad alarmante.
Explorando alternativas para preservar la masa glaciar
Examinando las fallas y la vulnerabilidad del glaciar ThwaitesMiedo a la peor de las consecuencias
Advertencia acerca de la unión del hielo
Dos nuevos informes publicados en la prestigiosa revista Nature ofrecen una visión más detallada de los cambios que están ocurriendo debajo del enorme glaciar Thwaites, y las conclusiones no son nada alentadoras.
Los autores de estos estudios realizaron perforaciones de casi 600 metros de profundidad a través del hielo, justo en la zona donde el mismo deja de estar en contacto directo con el lecho rocoso y comienza a flotar.
Gracias a estas perforaciones, los científicos pudieron recabar datos sobre la temperatura del océano, la salinidad, la velocidad de la fusión y la velocidad de avance del glaciar. Adicionalmente, otro equipo de investigadores utilizó un vehículo submarino para realizar mediciones y observaciones más precisas en la parte inferior del hielo.
Los resultados de estas investigaciones revelaron que el agua presente en el fondo del glaciar presenta una temperatura de 2,5 °C durante todo el año, lo cual es relativamente cálido para el entorno antártico. Sin embargo, la realidad es que la gran mayoría de la zona estudiada se está derritiendo a un ritmo más lento de lo esperado, pero otras áreas críticas están perdiendo hielo a una velocidad alarmante.
Inesperadas consecuencias de bajo rendimiento
Al realizar una investigación mediante un vehículo controlado a distancia llamado ROV, se pudo comprobar que una gran parte del deshielo en el glaciar Thwaites se concentra en las grietas basales, masivas y sometidas a tensión mecánica, ubicadas en el fondo del mar.
Específicamente, el deshielo es más intenso en estas grietas, debido a que el agua transporta calor y sal que se transfieren al hielo, ensanchando y debilitando aún más las grietas.
Aunque se esperaba un derretimiento vertical a lo largo de la base de la plataforma de hielo, este resultó ser menor de lo previsto. Sin embargo, el deshielo a lo largo de las grietas inclinadas es mucho mayor y puede tener un impacto importante en la pérdida de hielo del glaciar Thwaites. Esto es particularmente preocupante, ya que las grietas principales avanzan hacia la plataforma de hielo y podrían ser el detonante del colapso de esta gigantesca masa de hielo.
En palabras de Peter Davis, del British Antarctic Survey, "aunque nuestros resultados han sido sorprendentes, el glaciar sigue en peligro. Si una plataforma de hielo y un glaciar están en equilibrio, la cantidad de hielo que se pierde por el deshielo y el desprendimiento de icebergs debería ser igual al hielo que fluye desde el continente. Sin embargo, hemos encontrado que, a pesar de un deshielo mínimo, el glaciar está retrocediendo de manera considerable, lo que demuestra que no se necesita mucho para desestabilizarlo".
Rescribiendo el mapa
Durante los siguientes dos días, llevamos a cabo nuestro plan meticulosamente trazado. Realizamos extracciones de sedimento del lecho marino y desplegamos un revolucionario planeador submarino, capaz de volar entre la superficie y el fondo del mar para tomar mediciones de la columna de agua. Además, utilizamos un AUV para recoger muestras de la base del casquete glaciar. Mientras avanzábamos por esta desconocida bahía, realizando diversos experimentos, también utilizamos un sónar para cartografiar el fondo marino, revelando las profundidades de las depresiones que emitían calor...
Al dar un paso atrás y comparar el tiempo real del mapa del lecho marino en constante desarrollo con los que teníamos a bordo, empecé a notar que muchos de ellos presentaban errores sorprendentemente similares. Desde el puente superior, el mapa en papel de Cape Herlacher y Martha Straight, donde habíamos trazado nuestra ruta con tenues marcas de lápiz, mostraba la zona por la que habíamos navegado como hielo en lugar de agua abierta. Mientras tanto, en el laboratorio de los técnicos marinos, la pantalla de un ordenador mostraba nuestra ruta actual en una línea roja dibujada sobre la lengua de hielo...
Nuestra cuarta mañana fue inesperadamente brillante y revuelta. Durante la noche, el mar se había congelado y el planeador submarino había dejado de enviar señales. Lanzamos una misión de rescate para recuperarlo y luego nos dirigimos hacia el área donde habíamos desplegado el submarino para recuperar las balizas con las que nos comunicábamos con él mientras exploraba debajo del Thwaites. Cuando llegamos, nos encontramos con que las tranquilas aguas habían sido cubiertas por completo. Un iceberg de un kilómetro de largo se había desprendido del glaciar y había flotado hasta el lugar donde se encontraba nuestro experimento...
Tiempos de transformación a nivel mundial
Suele hablarse de la preocupante pérdida de los glaciares de la Antártida como un inminente desastre, una situación apocalíptica que podría inundar ciudades enteras y convertir a lugares como Miami o Nueva Orleans en la nueva Atlántida. El futuro sigue siendo incierto, pero cada día que pasa y cada tonelada más de gases de efecto invernadero que emitimos aumenta las predicciones sobre la magnitud del impacto.
Aunque no se sabe con certeza cuánto del glaciar Thwaites colapsará ni a qué velocidad, lo que sí sabemos es que el ritmo del aumento del nivel del mar se está acelerando. Los glaciares que han mantenido la capa de hielo de la Antártida Occidental durante años comienzan a desprenderse, lo que afecta especialmente a las comunidades más vulnerables que se encuentran en zonas bajas.
Mientras tanto, la gran mayoría de los glaciares del mundo están retrocediendo, una realidad que hace unos años hubiera sido inimaginable. Me pregunto si podríamos ver dichos desprendimientos como una consecuencia física de las grietas causadas por nuestro estilo de vida, como si fueran un parto. Quizás podríamos encontrar una oportunidad para la vida en una época de transformación, aunque no todos los seres humanos la perciban así.
Ataque por varios frentes
Thwaites, situado en la parte occidental de la Antártida, cuenta con una extensión costera de 120 kilómetros. La plataforma ubicada en su zona oriental está unida a una montaña submarina y actúa como sostén. Esta área es notablemente diferente al resto, ya que el derretimiento del hielo es considerablemente menor. Sin embargo, los expertos advierten que si la temperatura global sigue en aumento, esta base podría deteriorarse rápidamente.
El cambio climático es el principal factor que está afectando a Thwaites. Las aguas cálidas que circulan debajo de esta vasta capa de hielo, especialmente en su parte más vulnerable, la zona oriental, provocan un constante derretimiento. Se teme que este desequilibrio de masas pueda causar el colapso del enorme glaciar.
Incluso la parte de Thwaites conectada a la plataforma continental antártica se encuentra en grave peligro. Los científicos han descubierto que debajo de la superficie donde el hielo se extiende sobre el fondo marino, las aguas son más cálidas de lo esperado. Además, tienen una mayor concentración de sal, lo que contribuye al derretimiento del glaciar desde abajo.
Testigos de la ruptura
Al amanecer, mientras recorríamos la zona afectada por la separación del Thwaites, compartí en mi cuenta de Twitter lo desconcertante que resultaba estar en el epicentro de la catástrofe. A pesar de encontrarnos a bordo del barco, muchos de nosotros ni siquiera pudimos percibirla cuando sucedió. No hubo colisión ni estruendo, ni siquiera grandes olas, que suelen acompañar la ruptura del hielo. Aquella mañana, mientras buscábamos en el planeador marino y las balizas de comunicación, capturé algunas instantáneas del sol saliendo detrás de una constante corriente de icebergs. En ese momento, no tenía conocimiento de que estaba fotografiando fragmentos del Thwaites...
Bajo mi foto, se entabló un debate en el que participaban científicos y otros miembros de la comunidad antártica, cuestionando cómo calificar lo sucedido: ¿se trata de una separación, un colapso o una desintegración del Thwaites? ¿Se retiró el frente glaciar o arrastró el viento icebergs ya liberados? ¿Con qué estábamos navegando unos días antes, en aquella trepidante primera mañana en la que todos comentaban la extraña apariencia del Thwaites? ¿Era el frente glaciar o una mezcla de ambos?
En un principio, me planteé si habría etiquetado erróneamente la situación. Sin embargo, a medida que transcurría el tiempo y debatíamos sobre el tema en el Palmer, me di cuenta de que ni siquiera los expertos podían dar un nombre al suceso que presenciábamos. ¿Cómo se denomina al fenómeno en el que un glaciar libera icebergs en una bahía que no tiene nombre porque nadie ha estado ahí antes, porque el año pasado no era una bahía sino una extensión de hielo?