
El origen del hombre según la ciencia: una mirada desde National Geographic
La antropogénesis, o el comienzo del ser humano como especie, ha sido un tema de interés desde la antigüedad hasta nuestros días. Durante gran parte de la historia, la explicación más aceptada fue la antropogonía, basada en mitos y creencias religiosas, sin contar con pruebas físicas. Esta teoría plantea que el origen del hombre fue un acto divino o deidades. Sin embargo, gracias al avance científico, ha surgido una nueva visión mayoritaria basada en evidencia empírica. Según esta perspectiva, el ser humano es solo una especie más en la evolución de los seres vivos en la Tierra. Aún así, los detalles de este proceso y evolución continúan siendo objeto de estudio e investigación por parte de diversas disciplinas científicas.
Comemos carne cocinada
¡El cerebro grande es insaciable! Según la investigación, la materia gris requiere hasta 20 veces más energía que el músculo. Por lo tanto, sería imposible que nuestro cerebro evolucionase a través de una dieta vegetariana. De hecho, se cree que nuestro cerebro comenzó a expandirse hace unos dos o tres millones de años, cuando comenzamos a consumir carne. Este alimento es rico en proteínas y grasas, nutrientes esenciales para el desarrollo del cerebro.
El antropólogo Richard Wrangham sostiene que, además del consumo de carne, fue la invención de la cocina lo que permitió que nuestro cerebro creciera aún más. Cocinar los alimentos es una actividad exclusivamente humana que hace que la comida sea más fácil de digerir. Como resultado, nuestros ancestros gastaron menos energía en masticar y triturar la carne, lo que les proporcionó más energía para el cerebro. Con el tiempo, esta mayor cantidad de energía permitió que nuestros cerebros crecieran lo suficiente como para tomar decisiones complejas, como por ejemplo, la elección de seguir una dieta vegana.
Al final, nuestro cerebro es la fuente de nuestra inteligencia y habilidades cognitivas únicas. Y, aunque comprender los beneficios de una dieta basada en plantas, puede significar sacrificar esa ventaja evolutiva, tomará mucho tiempo y esfuerzo para que nuestro cerebro se adapte a una alimentación completamente vegana, ya que nunca se debe subestimar la poderosa influencia que tiene la carne en nuestra evolución como especie. ¡Tal vez nuestra capacidad de cocinar sea lo que nos hace humanos después de todo!
Consumimos carbohidratos cocinados
El crecimiento del cerebro humano podría ser resultado de una mayor consumo de carbohidratos, según un artículo del año 2015. Cuando nuestros ancestros comenzaron a preparar alimentos, los tubérculos y otras plantas ricas en almidón se convirtieron en una fuente de energía más eficiente para el cerebro, en comparación con la carne. Una enzima presente en la saliva llamada amilasa, ayuda en la descomposición de los carbohidratos en glucosa, esencial para el funcionamiento del cerebro.
Mark G. Thomas, genetista evolutivo de University College London, destaca que nuestro ADN contiene múltiples copias del gen de la amilasa, lo que sugiere que esta enzima, en conjunto con los tubérculos, pudo haber contribuido en el notable aumento del tamaño del cerebro humano.
Es posible que el incremento en la ingesta de carbohidratos haya sido un factor clave en el desarrollo del cerebro humano. Según un estudio de 2015, la habilidad de nuestros antepasados para cocinar alimentos les permitió tener acceso a tubérculos y otras plantas ricas en almidón, una excelente fuente de energía para el cerebro. Asimismo, la amilasa, una enzima presente en la saliva, pudo haber jugado un rol importante en la obtención de la glucosa necesaria para el funcionamiento cerebral.
El genetista evolutivo Mark G. Thomas, de University College London, ha señalado que el ADN humano contiene múltiples copias del gen de la amilasa, lo que sugiere que esta enzima, en conjunto con los tubérculos, pudo haber contribuido en el crecimiento acelerado del cerebro humano. Estos hallazgos respaldan la teoría de que una mayor ingesta de carbohidratos, gracias a la evolución de la cocina, pudo haber sido un factor determinante en la evolución del cerebro humano.
Nos adaptamos
El programa Orígenes Humanos del Smithsonian, bajo la dirección de Richard Potts, propone una visión diferente sobre la evolución humana. En lugar de enfocarse en una sola tendencia, Potts sugiere que esta fue el resultado de múltiples cambios en el clima. Según él, la aparición del linaje Homo hace aproximadamente tres millones de años coincidió con fluctuaciones intensas entre climas húmedos y secos.
Potts defiende que la selección natural favoreció a los primates que podían sobrevivir a estos cambios constantes e impredecibles. Y es esa misma capacidad de adaptación la que, según él, nos distingue como seres humanos.
Cuál es la falla de estas teorías
Las distintas teorías sobre la evolución humana, aunque meritorias, tienen un sesgo en común: la idea de que la humanidad se puede definir por un rasgo o grupo de rasgos específicos, y que hubo una etapa puntual en la evolución que marcó un punto crucial hacia el Homo sapiens.
Sin embargo, nuestros antepasados no eran simples experimentos. No estaban evolucionando hacia una meta determinada, sino que simplemente sobrevivían como Australopithecus o como Homo erectus. Y ninguno de los rasgos que adquirieron fue una señal definitiva, ya que nunca fue inevitable llegar al resultado final: un ser simiesco asesino, modelador de herramientas, lanzapiedras, comepatatas y comecarne, cooperativo, adaptable, y por supuesto, de gran cerebro, que somos hoy en día y que continúa evolucionando.
La Evolución Humana Explorada a Través de la Ciencia
El origen del ser humano es un tema de interés en diversas disciplinas científicas tales como biología, biología evolutiva, genética, antropología física, paleontología, estratigrafía, geocronología, arqueología, antropología, Historia y lingüística.
Aunque la teoría del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck, conocida como lamarckismo, fue la primera teoría de la evolución biológica, la ciencia la ha superado en la actualidad. Lamarck presentó esta teoría en su obra Philosophie zoologique (1809) y también es conocida como teoría de la herencia de los caracteres adquiridos.
Sin embargo, a principios del siglo XX, la formulación de la barrera Weismann demostró la imposibilidad de transferir información entre la línea somática y la germinal: los caracteres adquiridos por un individuo durante su vida no se transmiten a través de la información genética.
Por lo tanto, el lamarckismo quedó refutado y reemplazado con nuevas teorías y descubrimientos en la ciencia, que han llevado a una mejor comprensión del origen del ser humano.
El nacimiento de la humanidad en la mitología y la fe religiosa
La humanidad ha contado con una variedad de relatos míticos y religiosos que narran el origen del hombre y de la cultura. Estos relatos, que se conocen como antropogonías, relatan el surgimiento y la creación de la humanidad de manera mística y religiosa.
Diferentes culturas y civilizaciones han presentado antropogonías que reflejan sus creencias y tradiciones. Estos relatos abarcan desde la creación divina de la humanidad, hasta el surgimiento de los primeros seres humanos a partir de elementos naturales.
La antropogonía no solo se refiere al origen del hombre, sino también al de su cultura. A través de estas historias, se busca entender y explicar la esencia y el propósito de la humanidad en la Tierra.
Los relatos antropogónicos tienen un gran valor cultural y simbólico para cada comunidad, ya que muestran su cosmovisión y su conexión con lo divino. A través de ellos, se transmiten también valores y enseñanzas sobre la vida y la existencia humana.
Diversas hipótesis acerca del surgimiento de la humanidad y su esencia
En un artículo de 1944, el antropólogo Kenneth Oakley destacó que "la habilidad para fabricar herramientas es lo que distingue al ser humano". Aunque los simios también utilizan objetos como herramientas, Oakley explicó que recién fue con la humanidad que se desarrolló la técnica de moldear palos y piedras para un uso específico.
Esta teoría fue reforzada por Louis Leakey a principios de la década de 1960, quien atribuyó el origen de la fabricación de herramientas y, por ende, de la humanidad a una especie llamada Homo habilis hábitat en África oriental hace 2,8 millones de años. Sin embargo, investigaciones posteriores realizadas por Jane Goodall y otros científicos han demostrado que los chimpancés también son capaces de modelar palos para adaptarlos a diferentes usos. Incluso las aves, como los cuervos, han demostrado cierta destreza en la manipulación de objetos.
A pesar de esto, en 2023, un artículo publicado en la revista Science reveló un descubrimiento asombroso de arqueólogos estadounidenses en un yacimiento del suroeste de Kenia. Allí se encontraron herramientas de piedra que datan de hasta tres millones de años, lo que las convierte en las más antiguas de su tipo. Lo más extraordinario es que estas herramientas fueron halladas junto a fósiles de un homínido llamado Paranthropus, que no es un antepasado directo de los humanos modernos. Este descubrimiento desafía la creencia de que solo los Homo habilis tenían la capacidad de fabricar herramientas. Quedan todavía muchas preguntas por responder acerca de la evolución de la habilidad para crear herramientas, pero está claro que no fue exclusiva de una sola especie.
Caminamos erguidos
¿Podemos identificar el momento clave en la evolución de los seres humanos en el momento en que dejaron de avanzar por los árboles y empezaron a caminar en posición erguida? La llamada "hipótesis de la sabana" defiende que este cambio fue resultado del cambio climático. Hace aproximadamente tres millones de años, África empezó a sufrir una sequía que redujo los bosques y dio paso a las llanuras de hierba conocidas como sabanas.
Esta transición favoreció a los primates que podían erguirse para tener un mejor vistazo de su entorno, en busca de posibles depredadores, y que también podían moverse con mayor facilidad por terrenos abiertos, donde era difícil encontrar agua y comida. Sin embargo, esta teoría se ha visto cuestionada por el descubrimiento del Ardipithecus ramidus en el año 2009. Este homínido vivió hace 4,4 millones de años en la zona que actualmente es Etiopía, en una época en la que el clima era muy húmedo y la región estaba cubierta de bosques. Sin embargo, incluso en este entorno, "Ardi" ya caminaba en dos patas.
A medida que el clima fue volviéndose más seco en África, alrededor de hace tres millones de años, los bosques se convirtieron en praderas y nuestros antepasados tuvieron que adaptarse a un nuevo entorno.