paz de westfalia

Paz de Westfalia Impacto en la política global actual

Los acuerdos de Paz de Westfalia, compuestos por los tratados de Osnabrück y Münster, fueron suscritos el 24 de octubre de 1648 en la Sala de la Paz del ayuntamiento de la región histórica de Westfalia. Estos tratados marcan el fin de la guerra de los Treinta Años en Alemania y la guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos. Las partes involucradas en estos pactos fueron el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Fernando III de Habsburgo, la Monarquía Hispánica, los reinos de Francia y Suecia, las Provincias Unidas (Países Bajos) y sus respectivos aliados entre los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico.

Raíces históricas de la Tratado de Westfalia

La aparición de Las 95 tesis de Wittenberg en 1517, por el famoso Martín Lutero, marcó el inicio de un periodo de intensas transformaciones en Europa conocido como la Reforma protestante. Estas acciones provocaron largos conflictos bélicos que sacudieron al continente durante más de un siglo. Las causas principales de estas guerras fueron la búsqueda de libertad religiosa y política por parte de los príncipes alemanes, quienes se enfrentaban a la inflexibilidad del Papa y del emperador del Sacro Imperio, quienes estaban decididos a mantener su poder sin que se viera amenazado.

En su intento de ponerle fin a los conflictos religiosos, en 1555, el emperador Carlos V firmó la Paz de Augsburgo con los príncipes alemanes. Sin embargo, a principios del siglo XVII, las tensiones entre los ritos religiosos predominantes en el Sacro Imperio aumentaron y dieron lugar a la formación de dos alianzas opuestas: la Unión Evangélica (1608), que agrupaba a los Estados alemanes luteranos y calvinistas, y la Liga Católica Alemana (1609), compuesta por los príncipes católicos.

El intento del emperador Fernando II de Habsburgo de restaurar el poder absoluto en asuntos religiosos y forzar la adopción del catolicismo desencadenó la guerra de los 30 Años, que culminó con la firma de la Paz de Westfalia, un hito histórico de gran importancia.

El enfoque realista en la Paz de Westfalia Un análisis del clasicismo político

El realismo clásico en la investigación política El realismo clásico argumenta que la paz en el sistema internacional actual se basa en un equilibrio de poder entre las naciones. Esta corriente sostiene que los Estados, tal como surgieron en la modernidad y se consolidaron en el siglo XVII, son la unidad básica de investigación. En otras palabras, el orden mundial de las relaciones políticas, económicas y comerciales entre las naciones depende de la influencia de diferentes Estados con su propio poder e intereses. Por el contrario, el neo-realismo predice que la paz prevalecerá en un sistema bipolar, en el que solo dos naciones hegemónicas desempeñan un papel fundamental y las demás tienen una menor participación.

No obstante, si examinamos el período de tiempo posterior a la firma de los tratados, podemos ver que el realismo clásico parecería tener razón. Durante la mayor parte de veinticinco años, Europa experimentó una relativa paz, sin conflictos bélicos importantes hasta el estallido de la Guerra de Holanda en 1672.

Este sistema internacional multipolar se caracterizó por un equilibrio de poder entre naciones como Suecia, Francia y los Países Bajos, que tuvieron gran influencia y preponderancia, pero ninguna posición hegemónica sobre otras potencias como España, Inglaterra, Portugal o el Sacro Imperio Romano Germánico.

Análisis tridimensional del pacto UEMercosur y el conflicto en Ucrania

La situación bélica en Ucrania ha agravado la problemática del país. Por un lado, los agricultores europeos se sentían en desventaja respecto a sus homólogos del Mercosur, y este conflicto ha aumentado aún más su vulnerabilidad.

La creación del Estado y su origen según los internacionalistas

Es variada la interpretación que tienen muchos expertos en Relaciones Internacionales sobre el origen del Estado, pero una es especialmente relevante. Según ella, Dios creó el Estado a partir del caos inicial, y sucedió así: "Hágase el Estado", dijo Dios, y se hizo el Estado. Y Dios vio que era bueno.

Este enfoque se ha convertido en el mito fundacional con el cual se comprende el "sistema internacional", en el cual las naciones del mundo se desenvuelven. Así, el Estado-nación moderno nació en un solo instante del año 1648, cuando "se firmó" la Paz de Westfalia.

Cada religión tiene sus mitos de origen, y no se puede culpar a las Relaciones Internacionales por tener uno. Tampoco se debe culpar a los profesores de esta disciplina por divulgar las leyendas sobre las que se construye el mito. Al fin y al cabo, los Países Bajos fueron los primeros en independizarse de España más de un siglo antes que las antiguas colonias americanas, y se convirtieron en una república que luego se convirtió en un imperio colonial que sometió a numerosos territorios de otras latitudes.

Es interesante notar que, aun siendo una república, los Países Bajos abandonaron su forma de gobierno para convertirse en un reino en el siglo XIX, y lo sigue siendo en la actualidad. Esto demuestra la importancia del reconocimiento jurídico-político de la soberanía de una nación y su control sobre un territorio.

Sin embargo, es importante reconocer y examinar críticamente estos relatos para entender mejor el origen de nuestra realidad política actual.

Ramificaciones en las naciones involucradaseditar

El Sacro Imperio Romano Germánico en 1640: una nueva reunión de la Dieta Imperial

Después de casi 30 años, la Dieta Imperial volvió a reunirse en el Sacro Imperio Romano Germánico. En esta ocasión, los estados del Imperio aprovecharon la oportunidad para acusar al emperador Fernando III de Habsburgo de tener una visión excesivamente favorable hacia España. Por su parte, Suecia y Francia presionaban en la misma dirección, con el objetivo de deshacer la colaboración entre las dos dinastías Habsburgo.

La debilidad del Sacro Imperio Romano Germánico y la proclamación de la primacía de los estados alemanes

Con el fin de debilitar al Sacro Imperio Romano Germánico, considerado como la principal autoridad transnacional de la época, se promulgó la primacía de los estados alemanes frente a otros poderes externos, como el emperador o el papa. La Paz de Westfalia tuvo como consecuencia la disminución real del poder del emperador y una mayor autonomía para los más de 300 estados resultantes.

Francia y el apoyo al príncipe elector de Brandeburgo

El príncipe elector de Brandeburgo, uno de los líderes protestantes más influyentes, recibió el apoyo de Francia. Esta nación, decidida a debilitar al emperador, permitió que Brandeburgo se hiciera con territorios adyacentes. Gracias al Tratado de Stettin (1653), obtuvo Halberstadt y Minden, mientras que en 1680 anexionó la Pomerania Central y el Ducado de Magdeburgo. Resulta paradójico que, años más tarde, la Prusia surgida de la unión entre Brandeburgo y el Ducado de Prusia se convirtiera en uno de los mayores enemigos de Francia.

Resumen del Acuerdo de Paz de Westfaliaeditar

Resumen del proceso de las negociaciones y partes implicadas

El Tratado de Paz resume las negociaciones entre las partes implicadas, enumerando los representantes y plenipotenciarios enviados por los Estados firmantes. A continuación, el título primero habla sobre el espíritu del acuerdo.

Asuntos preliminares y establecimiento de la paz

En los títulos 4º a 10.º, se abordan diversos asuntos preliminares, como el Círculo de Borgoña, Lorena, la amnistía y la no injerencia en la guerra hispano-francesa. Estos temas son tratados con el objetivo de establecer la paz.

Restitución de derechos y soberanía de los Estados del imperio

Los títulos 11º al 64.º abordan en detalle la restitución de derechos y privilegios, así como la soberanía de los Estados del Imperio y sus libertades. En general, se confirmaron los límites territoriales de 1618, mientras que la distribución territorial de las distintas confesiones cristianas se basó en la situación de 1624.

La Importancia de la Paz de Westfalia Un Acuerdo que Cambió la Historia

Las cláusulas de la Paz de Westfalia, firmadas en la región de Westfalia del Sacro Imperio Romano Germánico el 24 de octubre de 1648, pusieron fin a la larga y devastadora guerra de los 30 años. Los Tratados de Osnabrück y Münster fueron los instrumentos utilizados para establecer estas condiciones.

El Tratado de Osnabrück se centró en la organización interna del Sacro Imperio y determinó qué territorios serían entregados al reino de Suecia. Por otro lado, el Tratado de Münster se encargó de regular las cesiones territoriales que los Habsburgo debían hacer al reino de Francia.

Diversos países, entre ellos las Provincias Unidas, la Confederación Helvética, Inglaterra, Dinamarca, Polonia, Portugal, Rusia, Venecia y Transilvania, adhirieron a la Paz de Westfalia. Sin embargo, una excepción fue España, ya que decidió continuar la guerra contra Francia.

La época bélica y la consolidación de los Estados modernos en la Historia

Las primeras décadas del siglo XVII marcaron un período de intensas disputas religiosas en toda Europa, resultado del surgimiento de la reforma luterana y las ideas de Juan Calvino durante el siglo anterior. En este contexto, se desarrollaron dos conflictos de gran relevancia: la Guerra de los Treinta Años (entre una alianza de naciones católicas y otra de naciones protestantes) y la Guerra de los Ochenta Años (entre España y las provincias neerlandesas) entre 1618 y 1648, provocadas por tensiones religiosas.

Por otra parte, entre 1642 y 1651 tuvo lugar la Revolución Inglesa, que incluyó una guerra civil de cinco años. Esta revuelta fue explicada por la disputa política entre la corona y el parlamento liberal, pero también por las divergencias entre católicos, protestantes, anglicanos y puritanos.

Tanto en la Guerra de los Treinta Años como en la Revolución Inglesa, la lucha fue motivada por la búsqueda de la libertad religiosa y el derecho a practicar diferentes creencias, en oposición a las religiones oficiales, especialmente el catolicismo y el poder del papado. Además, durante el siglo XVII se consolidó el poder de los Estados nacionales modernos, tal como el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein describe en las siguientes características:

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