
Chivo expiatorio, el peso de las culpas ajenas
El chivo expiatorio es una figura que parece estar siempre en el centro de la tormenta, cargando con la culpa de los problemas que no son propios. Cuando un grupo necesita liberar su ira o frustración, a menudo señala a alguien, dejando que esa persona asuma todo el peso de la vergüenza y el descontento. Es una dinámica casi primitiva, reflejo de nuestra incapacidad para enfrentar la responsabilidad que nos corresponde, pero que, a la vez, nos resulta tan familiar.
La situación del chivo expiatorio es desgarradora, porque no solo enfrenta las críticas, sino que se convierte en el símbolo de todo lo que está mal. Es fascinante observar cómo se despliega esta dinámica en nuestras relaciones, donde muchos se ven atrapados en este ciclo de culpas ajenas. A menudo, esos chivos expiatorios, al percibir su rol, se ven obligados a alejarse de las relaciones tóxicas que los mantienen en esa posición. Al final, lo que deberían ser conexiones interpersonales se convierten en calabozos emocionales irresistibles y tristes.
La Historia del “Chivo Expiatorio”: Significados y Simbolismos
Para conmemorar el Día de la Expiación, un día consagrado a la confesión de los pecados acumulados durante el año y su correspondiente arrepentimiento, los antiguos hebreos seleccionaban a dos machos cabríos, conocidos coloquialmente como chivos. De estos, uno era elegido mediante un sorteo para ser sacrificado en honor a Yahveh.
“Echará suertes sobre los dos machos cabríos, una para Yahveh, y otra para Azazel” – Levítico 16
El proceso está documentado en el Antiguo Testamento, donde se describe que “Presentará el macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte ‘para Yahveh’ ofreciéndolo como sacrificio por el pecado”. Sin embargo, el destino del otro chivo no era menos trágico, sobre él recaía el peso conjunto de todas las faltas del pueblo. En una ceremonia de gran significado, el rabino colocaba sus manos sobre la cabeza del animal, un acto simbólico mediante el cual se transferían las culpabilidades de la comunidad.
Una vez cumplida la ceremonia, el chivo era conducido al desierto, devenido en un mensajero de las culpas, donde se le abandonaba. Sin embargo, hay quien sostiene que esta práctica concluía con un sacrificio aún más cruel: se le apedreaba hasta morir, como parte de un ritual que buscaba limpiar las faltas del pueblo y hacer borrón y cuenta nueva.
De esta antigua tradición nace la expresión “chivo expiatorio”.
En la actualidad, el término ha adquirido una dimensión psicológica, manteniendo la esencia de su origen: el chivo expiatorio continúa siendo una figura elegida al azar para asumir culpas que no le pertenecen, ofreciendo así un respiro – tanto de manera literal como figurada – a quienes realmente son responsables de esas transgresiones.
¿Qué implica ser un chivo expiatorio en Psicología?
En el ámbito de la Psicología, se conoce como chivo expiatorio a aquellas personas o grupos que, a pesar de ser totalmente inocentes, terminan llevándose toda la culpa por la que otras entidades son responsables. Es, en esencia, una figura sobre la que se arrojan las blameaciones, mientras el verdadero culpable permanece oculto.
“La historia está repleta de chivos expiatorios, este fenómeno parece estar tan arraigado en el ser humano como el propio tiempo.”
A lo largo de los siglos, han existido innumerables casos de chivos expiatorios, y uno de los episodios más dolorosos que nos recuerda lo trágico de esta práctica es el persecución de los judíos durante el régimen nazi, a quienes se les culpó de los males de Alemania, tan solo porque sus negocios prosperaban en un contexto de absoluta crisis y desolación a causa de la Primera Guerra Mundial.
Hoy en día, múltiples colectivos cargan con el peso del estigma que conlleva ser un chivo expiatorio. Los inmigrantes y diversas minorías sociales son comúnmente los destinatarios de esta presión social, sobre la que una parte de la sociedad decide descargar su propio descontento. En tiempos de crisis, muchos políticos se sirven sin ningún tipo de reparo de la táctica del chivo expiatorio, desviando la atención de sus propios errores al hacer recaer la responsabilidad sobre otros.
“En las familias disfuncionales, el mecanismo del chivo expiatorio se vuelve particularmente oscuro, donde un miembro se convierte en el vertedero de todos los problemas y complejos del grupo.”
Esta dinámica de culpabilización no se limita al ámbito social y político, sino que se reproduce en contextos más privados, como el seno de familias disfuncionales. En estas, la carga de las dificultades y desavenencias se concentra en un solo individuo, quien termina asumiendo todos los problemas, las vergüenzas y las culpas, lo que desvía la atención de los verdaderos conflictos que deberían ser abordados y resueltos.
¿Por qué surge la necesidad de encontrar un chivo expiatorio?
El concepto de chivo expiatorio en el campo de la Psicología encuentra sus raíces en dos mecanismos de defensa propuestos por Freud: el desplazamiento y la proyección. Este proceso, muchas veces, opera en las profundidades de nuestro ser, casi de manera inconsciente.
“Cuando algo genera hostilidad, tendemos a desplazar ese sentimiento hacia objetivos más aceptables socialmente.”
Freud nos señala que, para preservar un equilibrio tanto psicológico como interpsicológico, existe una tendencia natural a excluir de nuestra conciencia aquellas emociones, impulsos o pensamientos que nos incomodan o generan conflicto. Esto nos lleva a desplazar la ira que sentimos hacia un superior hacia aquellos que nos rodean, convirtiendo así a personas más vulnerables en nuestros chivos expiatorios. Por ejemplo, si no estamos satisfechos con nuestro jefe, podemos desquitar nuestra frustración con nuestra pareja, que se convertirá en el receptáculo de nuestra ira.
Por otro lado, el mecanismo de la proyección también entra en juego. Esta técnica implica colocar en los demás las ansiedades y sentimientos que no queremos reconocer en nosotros mismos. Esto puede llevarnos a un enfrentamiento cognitivo, ya que aceptar estas emociones complicaría la imagen que tenemos de nosotros. Así, por ejemplo, es más sencillo pensar que nuestra pareja no nos escucha, cuando, en realidad, somos nosotros quienes no prestamos atención.
“Cuando nos sentimos frustrados, lo más sencillo es redirigir esa impotencia hacia otra persona o grupo.”
Ante la incapacidad de abordar un problema amenazante, la necesidad de dirigir esos sentimientos a un tercero surge como una solución rápida. La construcción de un chivo expiatorio se justifica, según los expertos de la Universidad del Sur de Mississippi, por dos razones psicológicas fundamentales: 1. Preservar nuestra percepción moral, al restar importancia a la culpa que sentimos por un resultado negativo, y 2. Mantener un control ilusorio, al poder ofrecer una explicación clara de un resultado que parece incomprensible.
Al señalizar a un culpable de cualquier infortunio, ya sea problemas, calamidades o incluso pandemias, nos quitamos un gran peso de responsabilidad de encima y ahorramos esfuerzo en confrontar nuestras propias sombras. Este comportamiento, paródicamente, refuerza nuestro sentido distorsionado de control y justicia, al mismo tiempo que disipa la culpa y la vergüenza, ya que al culpar al otro, sentimos que ya no tenemos por qué actuar.
“El chivo expiatorio se convierte en un saco de boxeo, un lugar donde depositamos nuestros conflictos más dolorosos.”
Así, este chivo expiatorio se convierte en un refugio para aquellos problemas que preferimos no analizar en profundidad. Es una forma de simplificar la complejidad de nuestras emociones —un alivio temporal a la carga psicológica que conllevaría aceptar ciertas responsabilidades. Sin embargo, lo cierto es que esta estrategia no soluciona nada, ignorar nuestras propias sombras nunca las hará desaparecer. Culpar a otros no resuelve nuestros conflictos y, además, genera nuevos problemas para quien se convierte en el blanco de nuestra ira.
Las cargas invisibles del chivo expiatorio
Existen múltiples individuos que, sin darse cuenta, se encuentran atrapados en el rol de chivos expiatorios. Esto sucede especialmente cuando quienes nos acusan son personas cercanas emocionalmente o figuras de autoridad, lo que nos lleva a asumir sus culpas sin cuestionar nada. A menudo, solo tomamos conciencia de esta dinámica de abuso emocional cuando el daño ya es irreversible.
El sufrimiento en silencio
Los chivos expiatorios suelen sumirse en un profundo desasosiego y dolor tras años de desprecio y abuso. Estos pueden ser:
- Padres que les han hecho sentir que han arruinado su vida.
- Parejas tóxicas que despliegan un constante ataque emocional.
- Jefes que se niegan a asumir sus propias responsabilidades.
En este contexto, se trama una narrativa en la que el chivo expiatorio se convierte en el único responsable de las desgracias ajenas. Esto puede llevar a que la víctima acepte esa autoimagen negativa, sintiendo que es mala o insignificante.
La lucha interna y la búsqueda de la verdad
Como consecuencia directa, estas personas enfrentan serias dificultades para reconocer sus verdaderos deseos y necesidades. Sus pensamientos se convierten en un ciclo vicioso donde:
- Creen no merecer el éxito ni el amor.
- Pierden la confianza en sus capacidades para alcanzar sus metas.
- Sienten una culpa desmedida, creyendo que no tienen derecho a ser felices.
Para liberarse de estas cadenas mentales, es crucial desprenderse de los estereotipos de villano y héroe. Es importante reconocer que en toda interacción humana, la responsabilidad se comparte y que nadie es completamente bueno o maligno.
Redefiniendo nuestra identidad
No es tarde para descubrir y reclamar una identidad auténtica, alejada de las narrativas distorsionadas impuestas por otros. Es fundamental liberarnos de la etiqueta de “malos” o “defectuosos” que se nos intenta imponer.
Soy psicóloga por pasión y vocación. Trabajo en la divulgación científica y disfruto al agitar neuronas y provocar cambios. Si deseas saber más sobre mí, no dudes en contactarme. Al unirte a Rincón de la Psicología, aceptas nuestra Política de Privacidad. Pero no te preocupes, ¡odio el spam tanto como tú!
Las dinámicas entre políticos y ciudadanos
En el panorama político argentino, se percibe una urgente necesidad de encontrar chivos expiatorios. Esta tendencia a señalar culpables se vuelve un recurso casi natural. Los políticos, en su ineptitud, buscan desesperadamente un enemigo al cual atribuir las culpas de todos los problemas que aquejan a la sociedad. Curiosamente, el pueblo también juega un rol significativo en esta dinámica.
Querida Liliana,no creas que esto es exclusivo de nuestro país, este comportamiento se reproduce en muchas naciones, sin importar el color político que esté al mando.
"La incapacidad de asumir responsabilidades lleva a la búsqueda de culpables en el entorno."
Un fenómeno global
Esta práctica de buscar culpables se ha convertido en un modus operandi habitual en la política mundial. Sin distinciones partidarias, parece que los líderes sienten la presión de encontrar a alguien más que cargue con las consecuencias de sus decisiones. Esta táctica de desvío es tan común que resulta casi invisible para la opinión pública.
La complicidad del pueblo
Lo más interesante es que, de alguna manera, el pueblo se convierte en cómplice de esta estrategia. Al aceptar y perpetuar esta búsqueda de enemigos, los ciudadanos terminan por desviar su atención de los verdaderos problemas y responsabilidades, tanto del gobierno como de ellos mismos.
FAQ - Preguntas Frecuentes
¿Qué es la teoría del chivo expiatorio?
Es una noción psicológica y social donde un individuo carga con las culpas y problemas de un grupo, sirviendo de salida para la frustración colectiva.
¿Qué es la teoría del chivo expiatorio del prejuicio?
Se refiere a cómo un grupo o individuo es culpabilizado injustamente por las fallas o conflictos que no le corresponden, normalmente a causa de prejuicios sociales o culturales.
¿Qué significa el dicho ser el chivo expiatorio?
Significa cargar con la culpa o responsabilidad por las acciones de otros, a menudo de forma injusta o sin motivo fundado.
¿Cómo funciona el mecanismo del chivo expiatorio según René Girard?
Girard sostiene que la violencia y el conflicto se canalizan hacia un chivo expiatorio, cuya culpa es aceptada por el grupo, aliviando así su tensión social.
¿Por qué las personas se convierten en chivos expiatorios?
Generalmente, se convierten en chivos expiatorios porque son percibidas como diferentes o menos valiosas, y la sociedad busca un culpable fácil para sus problemas.
¿Cuáles son las consecuencias de ser un chivo expiatorio?
Puede provocar daño psicológico considerable, aislamiento social y un sentido de injusticia que perpetúa el sufrimiento de la persona en cuestión.
¿Cómo se puede evitar el chivo expiatorio?
Fomentando la responsabilidad compartida, la empatía y el diálogo abierto para abordar y resolver los conflictos de manera conjunta.
¿Es posible liberarse del rol de chivo expiatorio?
Sí, reconocer el papel que se juega y buscar apoyo emocional y social es clave para romper el ciclo de culpa y victimización.
¿Existen chivos expiatorios en la cultura popular?
Sí, se utilizan en películas, literatura y medios como representaciones de la injusticia, donde un personaje sufre las consecuencias de los errores ajenos.
¿Cómo afecta ser un chivo expiatorio a las relaciones interpersonales?
Daña profundamente las relaciones, ya que crea desconfianza y puede resultar en rupturas, exclusión o malentendidos permanentes.