Santorini, donde viajan los pobres que se creen ricos

Santorini, donde viajan los pobres que se creen ricos

Ah, Santorini, ese pequeño paraíso griego que todos anhelan, donde los ricos y los que se creen ricos se mezclan en un baile de ostentación y sueños. Pasear por las calles de Oia y Fira es como caminar por un catálogo de lujo: joyerías en cada esquina, casas-cueva que fueron, en su día, los humildes hogares de pescadores y ahora son el epítome de la sofisticación. Pero, ¿quién no se ha encontrado con un grupo de turistas que intenta cazar el mejor ángulo para su foto de Instagram mientras lucen con orgullo unas gafas de sol de marca? La realidad es que, en esta isla, lo superficial brilla más que la esencia misma.

La ironía de Santorini se siente en el aire, aquí, los pobres que se creen ricos comparten espacio con auténticos millonarios. Alcanzar hacia el horizonte en busca de un atardecer perfecto es un ritual que muchos hacen, todos vestidos para impresionar, mientras saborean un cóctel a un precio que podría alimentarlos durante una semana. Pero en el fondo, todos buscan lo mismo: ese momento mágico, esa sensación de estar, aunque sea por un instante, en la cima del mundo. Las postales son bellas, pero la vida real aguarda en las sombras, recordándonos que el lujo es a menudo una ilusión que nos damos a nosotros mismos.

Reflexiones sobre Santorini: Entre el lujo y la realidad

Desde las resplandecientes calles de Montecarlo y Puerto Banús, a los emblemáticos Rodeo Drive y la 5ª Avenida, he tenido el privilegio de pisar algunos de los destinos más lujosos del mundo, donde el aire se impregna de exclusividad y riqueza.

"La mayoría de la gente no es ni rica, ni famosa."

Al llegar a los icónicos pueblos de Santorini, Oia y Fira, me encontré rodeado de opulentos accesorios: joyerías por doquier, restaurantes que tienen la langosta como plato estrella, y varios yates que navegan en el azul del mar. No podría faltar tampoco el alojamiento clasificado como luxury, villa o suite.

Sin embargo, entre todo este lujo, hay un pequeño detalle que se pasa por alto: la mayoría de los visitantes son simplemente turistas que han trabajado arduamente para disfrutar de una breve estancia en un lugar que promete un aire de sofisticación. Y así, se emulan unos a otros en su aspiración por capturar el glamur de una estadía donde las mini piscinas y la puesta de sol son el hilo conductor de su itinerario.

"Te crees único, importante, incluso privilegiado..."

Sin embargo, ¿qué de especial tiene todo esto cuando uno se encuentra junto a 10,000 almas que hacen exactamente lo mismo? Todo el mundo, cual rebaño, disfruta de un cóctel de 20€ en terrazas con impresionantes vistas a la caldera, se tratan de momentos en que el sol acaricia la piel en la pequeña terraza de una villa de lujo, o esperan horas para conseguir "la foto" perfecta del atardecer que los hará parecer relevantes en las redes sociales.

Dentro de todo este bullicio, me encontraba yo. Con mi cámara ajada y llena de cicatrices, el cabello alborotado por el viento y ataviado con ropa sencilla, me preguntaba cómo era posible tanto derroche de vanidad en un año que prometía ser el de la evolución tras la pandemia. En un 2021 donde mirar hacia el futuro, con un enfoque en el turismo sostenible, parecía la conciencia colectiva que nos habíamos forjado.

"Seguimos siendo igual de estúpidos, igual de adictos a las apariencias."

Resignado, decidí buscar un lugar apartado para registrar el atardecer, una manía personal que me acompaña desde hace años. Al no encontrarlo, me aventuré en rincones menos transitados, donde los desechos arrojados revelaban una realidad que pocos habían visto. Observé a los trabajadores que cargaban sobre sus espaldas los productos que adornan los menús más exclusivos, y a quienes se esforzaban en limpiar las suites de lujo con sopor y dedicación.

Paradójicamente, descubrí algunas playas solitarias a escasos 100 metros de Oía, y pequeños restaurantes donde la calidez de la gente contrasta abiertamente con la frialdad del turismo en masa. Visité locales donde las sonrisas genuinas y los platos tradicionales me recordaron que la belleza de la isla no se limita a lo ostentoso.

A pesar de criticar este turismo absurdo que afecta otros lugares como Ibiza o algunas islas canarias, yo mismo he sido parte del juego, buscando el atardecer y alojándome en un lugar con spa, aunque lejos de las zonas más glamorosas. Sin embargo, nunca caí en la trampa de la exageración consumista que caracteriza a muchos visitantes.

"Un día es más que suficiente para recorrer toda la isla y disfrutar de un atardecer."

Si consideras visitar Santorini por pura curiosidad, te sugiero que reserves solo un día para manejar por toda la isla y contemplar un atardecer. Media jornada te bastará para navegar la caldera en barco. Extender tu estancia podría significar caer en la vorágine de consumo que predomina en la isla. Para aquellos que simplemente desean relajarse y no hacer nada, hay antecedente de mejores destinos como el Caribe, Benidorm o cualquier rincón del mundo que ofrezca la paz de una tumbona.

Reflexiones sobre Santorini y el turismo sostenible

Estaba reuniendo un montón de ideas para compartir contigo hasta que llegué a las últimas líneas, que claramente enfocan la situación.

La experiencia en Santorini

Disfrutar de Santorini puede ser una experiencia rica y variada si dejamos de lado el culto a la imagen. Pasé cuatro días en agosto en esta magnífica isla, y debo compartir que no me costó tanto como se podría imaginar. Viajé en un vuelo low-cost desde Colonia, que me salió muy barato. El alojamiento, que apodaría como una villa, rondó 100€ la noche. Disfrutaba de una minipiscina, habitaciones acogedoras en pequeñas edificaciones y vistas al mar (aunque no a la caldera, lo que me regaló unos hermosos amaneceres). Mi ubicación fue Finikia, un bonito pueblo entre Oia y Fira, a poca distancia a pie de ambos.

A pesar de ser temporada alta, encontré la isla relativamente tranquila, salvo por el día en que decidí visitar Oia por la tarde—un clásico que no falla.

Un viaje auténtico

Me dejé llevar por pequeños restaurantes locales en rincones escondidos, evitando caer en la trampa de la langosta. Exploré la isla sobre un quad, algo que resultó ser una experiencia económica y divertida. No hice reservas para los célebres atardeceres, ni busqué la esperada foto perfecta (no tengo Instagram). Me permití disfrutar del espectáculo natural a través de los ojos y charlé con algunos de los habitantes locales, la mayoría son griegos que regresan de la capital para trabajar durante la temporada alta. Participé en actividades típicas, como un recorrido en barco por la caldera.

“Creo que la diferencia está en si hacemos las cosas para mostrárselas a otros o no.”

Reflexiones sobre el turismo

No puedo evitar pensar que el enfoque que le damos marca la diferencia en nuestras experiencias. Las modas siempre han existido, como seres sociales, resulta natural desear ser parte de un grupo, no solo en términos de destinos vacacionales.

  • El turismo de tumbona y el dilema del por qué ir tan lejos.
  • La sostenibilidad en el turismo se ve comprometida por los vuelos.
  • Las emisiones de carbono están en aumento gracias a la accesibilidad de vuelos baratos.

Lamentablemente, el acceso masivo a vuelos económicos ha elevado las emisiones y el plástico en mares de lugares fascinantes como Santorini, que deberían ser valorados por su biodiversidad y no solo por sus atractivas fachadas. Por otra parte, debo admitir que, al igual que muchos otros, al no mostrar interés por explorar esta realidad y no elegir opciones de transporte más sostenibles, también soy parte del grupo que critico.

“Es claro que los viajes en avión difícilmente serán sostenibles.”

A lo largo de mi estancia en la isla, exploré mucho más que sus famosas fachadas blancas, pero reconozco que quizás también soy parte del rebaño.

FAQ - Preguntas Frecuentes

¿Cuántos días se recomienda ir a Santorini?

Con 3 a 5 días es suficiente para disfrutar de la isla sin prisa.

¿Cómo se llama la ciudad blanca de Grecia?

Esa ciudad es Oia, famosa por sus impresionantes atardeceres.

¿Por qué Santorini es tan famoso?

Por su belleza escénica, casas blancas y paisajes volcánicos únicos.

¿Cuál es la mejor época para ir a Santorini?

La primavera y el principio del otoño son las mejores épocas para evitar multitudes.

¿Qué se puede hacer en Santorini?

Visitar ruinas antiguas, disfrutar de la gastronomía local y relajarse en sus playas.

¿Es Santorini un destino caro?

Puede serlo, especialmente en alojamiento y restaurantes, pero hay opciones para todos los bolsillos.

¿Es verdad que la isla tiene casas-cueva?

Sí, son las hyposkapha, que originalmente pertenecían a pescadores y hoy son muy codiciadas.

¿Cómo se llega a Santorini?

Se puede acceder por avión o ferry desde otras islas y del continente griego.

¿Se recomienda alquilar un coche en Santorini?

Sí, alquilar un coche o scooter es útil para explorar la isla a tu ritmo.

¿Hay vida nocturna en Santorini?

Sí, especialmente en Fira, donde hay bares y clubes animados, pero no es Ibiza.

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